Benedicto XVI. ¿Se la habrá jugado a sus detractores?
Después de meditarlo un poco,
creo que la decisión de su Santidad Benedicto XVI no está fuera de toda lógica.
Siempre me gustó Joseph
Ratzinger. Cuando era cardenal, y como no, una vez que salió elegido como Santo
Padre.
Ratzinger es alemán, un teutón de
la cabeza a los pies. Es un hombre serio, hermético. No es de los hombres que
cae simpático a las televisiones o las cámaras de vídeo, no es un Papa
mediático, y no es que goce de tanto predicamento como Juan Pablo II. Pero si
sabemos por lo que hemos conocido de él que es un hombre justo y que tiene un
profundo sentido de las cosas y del espíritu. No digo esto porque lo conozca
personalmente, más bien es una deducción de lo que he podido entrever por su
trayectoria y por sus escritos.
Dicho esto ¿por qué renuncia y no
da término a su mandato?
Yo veo las cosas de la siguiente
forma:
Desde fuera de la Iglesia, Joseph
Ratzinger no era un Papa cómodo. Sus encíclicas y las posturas que estaba
tomando hacia determinados asuntos no eran del agrado de mucha gente. Su
postura hacia la familia tradicional, al aborto, o la vuelta a cierto
clasicismo en la liturgia, no cayeron bien en ciertos sectores. El que se
postulase favorecedor de corrientes poco reformistas dentro del seno de la
Iglesia, tampoco agradó a muchos. En fin, que no era un Papa cómodo.
Dentro del Vaticano, algunos
cardenales y obispos le hicieron la puñeta y cargaron contra su Secretario de
Estado Vaticano, Tracisio Bertrone. Y es que claro, dos y dos son cuatro.
De una parte, todos recordarán la
ingente propaganda orquestada para destapar los escándalos de pedrastria de los
sacerdotes de EEUU y de Irlanda del Norte. Durante días, los noticiarios de los
lobby gays no hicieron otra cosa que destapar las miserias de sacerdotes que
habían abusado de menores. Una gran mancha en el seno del clero, sin duda. Pero
no menos grande que el que la constitución o la democracia tiene para con los
demócratas. Digamos que decenas de políticos, senadores, alcaldes o concejales
de todos los países democráticos, han abusado de menores, han participado en
orgías, han realizado adulterios, y un sinfín de atrocidades más, como blanqueo
de dinero, trata de blancas, pornografía, pedrastria, robo, prevaricación,
asesinato…, y todavía hay gente que va a votar en las elecciones y sigue
convencido de que ese es el mejor sistema posible para que se nos gobierne.
Pero la Democracia no es Santa y la Iglesia si.
A la Iglesia, el Demonio la
quiere de rodillas.
El caso es que Tarcisio Bertrone,
-hechura de Benedicto XVI-, tuvo que salir al paso en una primera instancia
ante esos escándalos, y al lobby gay no le gustó lo que dijo. Me refiero al
comentario que hizo aludiendo a que no había relación entre celibato y pedrastria,
pero que si lo había entre homosexualidad y pedrastria (http://www.rnw.nl/espanol/article/bertone-causa-indignaci%C3%B3n-entre-homosexuales
) Se pusieron como locos, y decidieron ir un pasito más arriba.
En fin. Que entre los acosos
desde el exterior. Los intensos movimientos internos para tratar de mover el
solio pontificio, (no hace falta que aludamos al escándalo de las filtraciones
de su mayordomo, o lo que es lo mismo el caso vatileaks) han hecho que Benedicto
XVI vea su mandato muy ajetreado. Los enemigos lo redan, y “le faltan las
fuerzas” para seguir.
Pero, ¿lo hace derrotado, o les
ha clavado un puñal a sus enemigos sin que éstos lo esperasen?
Hace poco, el 20-10-2010, Su
Santidad ordenó a 24 nuevos Cardenales. De ellos, 20 estarán en el Cónclave al
ser electores.
Esto no hubiese sido un problema,
pues suponiendo que a Benedicto XVI hubiese agotado su mandato, lo lógico es
que ordenase a más cardenales durante ese tiempo.
De los 24 ordenados, tenemos a
algunos bastante jóvenes. Jóvenes para ser Cardenales, pues ya se sabe que en
muchos casos estos llegan con 78 años o unos pocos más a ser elegidos
cardenales. Lo cual quiere decir, que en caso de salir elegido uno de éstos,
habría Papa para rato. Y algunos los eligió Benedicto XVIpersonalmente.
Creo que Ratzinger sabía ya algo
de esto en esas tempranas fechas de 2010. Sabía que su mandato estaba siendo
convulso, y que el enemigo arreciaba fuerte y duro. Se estaba socavando la
credibilidad de la Iglesia y de sus instituciones, y los escándalos (promovidos
por los sempiternos enemigos que hay dentro y fuera del Vaticano) no le
permitirían realizar muchos más movimientos en el tiempo.
Creo, que en un alarde de
planificación, sin que éstos se lo esperaran, preparó la dimisión de su cargo. Así
deja al enemigo desconcertado, sin tiempo para reaccionar. El Cónclave debe
reunirse en una fecha muy breve, y no hay mucho margen para las conspiraciones.
El Espíritu Santo tienen vía libre para hacer la voluntad del Padre Eterno, y
los enemigos de la iglesia, quedan –con perdón- con el culo al aire.
Esta es mi interpretación de los
hechos, pero puestas así las cosas cabe cualquier otra