La Virgen de la Capilla de Jaén y el libro “Memorial del descenso de la Virgen” de Antonio Becerra.
Cuenta Jaén con interesantes leyendas mitológicas o fábulas interesadas, como la del famoso “Lagarto de Jaén” del que hablaré algún día, “El Cristo de la Tarima”, “La Mona de la Catedral” y otras parecidas; además cuenta con historia religiosa viva y poderosa. Una de estas trascendentales historias marianas es la aparición en el jaenero barrio de San Ildefonso de la Santísima Virgen María allá por el siglo XV.
Por aquellos años de 1430, Jaén estaba asediada por la morisma, y las razzias eran tan feroces y la defensa tan peligrosa, que los hombres de Jaén pensaban en desguarnecer los arrabales menos defendibles, como era el caso del propio arrabal de San Ildefonso, para acto seguido trasladar a sus gentes y moradores al interior de la ciudad.
Pero en la madrugada del 10 al 11 de junio de 1430, cuatro vecinos de aquel Jaén de antaño presenciaron con sus propios ojos un extraño suceso. Una señora que desprendía una misteriosa luz a todo su alrededor, seguida de un poderoso ejército de aguerridos soldados. El cortejo celestial partió de la catedral, -cuyo obispo era a la sazón en aquellas fechas D. Gonzalo de Astúñiga, (Zúñiga)- y se dirigió por las calles de Jaén hacia la iglesia de San Ildefonso; la Divina Señora estaba acompañada de Santa Catalina, patrona de la ciudad, San Ildefonso, así como de ángeles y santos, y al llegar al templo de San Ildefonso, a la espalda del templo jaenero, el cortejo se detuvo y ofició una misa con acompañamiento de celestiales cánticos. La aparición desapareció de la vista de los testigos al primer toque de maitines, según las crónicas.
El milagroso suceso fue interpretado como un signo de la poderosa intervención de la Virgen en la protección y defensa de la ciudad. El arrabal no fue abandonado, y los ataques de la morisma no consiguió penetrar en la ciudad “del Santo Rostro”.
Se tomó declaración a los testigos, y se abrió la causa pertinente sobre tan milagroso suceso. Desde entonces, la Virgen de la Capilla ha sido patrona de Jaén, junto con Santa Catalina, y su veneración no ha decaído, siendo la cofradía de la Virgen de la Capilla una de las más antiguas de la ciudad y una de las más queridas por los habitantes de Jaén y pueblos cercanos.
La devoción que la Virgen de la Capilla atrajo ante los fieles de la capital fue incuestionable. Allá por el año de 1615, llega a Jaén el Licenciado Antonio Becerra, sucediendo al otrora Licenciado de la Iglesia de San Ildefonso que era Salcedo de Aguirre. Allí se da muy pronto cuenta de la intensa devoción que el pueblo sencillo siente por la imagen de Nuestra Señora y corriendo el año 1639, Antonio Becerra, dio a la estampa un pequeño librito titulado “MEMORIAL/EN QUE SE HA/ZE RELA/ZION DE LA DESCENSIÓ DE LA VIRGEN SAN/TISSIMA NUESTRA SEÑORA: Y DE LA VISITA/QUE HIZO A LA IGLESIA DE SAN ILEFONSO/DE LA CIUDAD DE IAEN EL AÑO/DE 1.430/YDE LA MILAGROSA IMAGEN/DE NUESTRA SEÑORA DE LA CAPILLA QUE ESTA/EN EL MISMO SITIO/SACADO DE PAPELES ANTIGUOS, DE TESTIMONIOS DE/PERSONAS DE TODO CRITERIO Y DE LA COMUN TRADI-/CION DE LA CIUADAD”
Cuenta Jaén con interesantes leyendas mitológicas o fábulas interesadas, como la del famoso “Lagarto de Jaén” del que hablaré algún día, “El Cristo de la Tarima”, “La Mona de la Catedral” y otras parecidas; además cuenta con historia religiosa viva y poderosa. Una de estas trascendentales historias marianas es la aparición en el jaenero barrio de San Ildefonso de la Santísima Virgen María allá por el siglo XV.
Por aquellos años de 1430, Jaén estaba asediada por la morisma, y las razzias eran tan feroces y la defensa tan peligrosa, que los hombres de Jaén pensaban en desguarnecer los arrabales menos defendibles, como era el caso del propio arrabal de San Ildefonso, para acto seguido trasladar a sus gentes y moradores al interior de la ciudad.
Pero en la madrugada del 10 al 11 de junio de 1430, cuatro vecinos de aquel Jaén de antaño presenciaron con sus propios ojos un extraño suceso. Una señora que desprendía una misteriosa luz a todo su alrededor, seguida de un poderoso ejército de aguerridos soldados. El cortejo celestial partió de la catedral, -cuyo obispo era a la sazón en aquellas fechas D. Gonzalo de Astúñiga, (Zúñiga)- y se dirigió por las calles de Jaén hacia la iglesia de San Ildefonso; la Divina Señora estaba acompañada de Santa Catalina, patrona de la ciudad, San Ildefonso, así como de ángeles y santos, y al llegar al templo de San Ildefonso, a la espalda del templo jaenero, el cortejo se detuvo y ofició una misa con acompañamiento de celestiales cánticos. La aparición desapareció de la vista de los testigos al primer toque de maitines, según las crónicas.
El milagroso suceso fue interpretado como un signo de la poderosa intervención de la Virgen en la protección y defensa de la ciudad. El arrabal no fue abandonado, y los ataques de la morisma no consiguió penetrar en la ciudad “del Santo Rostro”.
Se tomó declaración a los testigos, y se abrió la causa pertinente sobre tan milagroso suceso. Desde entonces, la Virgen de la Capilla ha sido patrona de Jaén, junto con Santa Catalina, y su veneración no ha decaído, siendo la cofradía de la Virgen de la Capilla una de las más antiguas de la ciudad y una de las más queridas por los habitantes de Jaén y pueblos cercanos.
La devoción que la Virgen de la Capilla atrajo ante los fieles de la capital fue incuestionable. Allá por el año de 1615, llega a Jaén el Licenciado Antonio Becerra, sucediendo al otrora Licenciado de la Iglesia de San Ildefonso que era Salcedo de Aguirre. Allí se da muy pronto cuenta de la intensa devoción que el pueblo sencillo siente por la imagen de Nuestra Señora y corriendo el año 1639, Antonio Becerra, dio a la estampa un pequeño librito titulado “MEMORIAL/EN QUE SE HA/ZE RELA/ZION DE LA DESCENSIÓ DE LA VIRGEN SAN/TISSIMA NUESTRA SEÑORA: Y DE LA VISITA/QUE HIZO A LA IGLESIA DE SAN ILEFONSO/DE LA CIUDAD DE IAEN EL AÑO/DE 1.430/YDE LA MILAGROSA IMAGEN/DE NUESTRA SEÑORA DE LA CAPILLA QUE ESTA/EN EL MISMO SITIO/SACADO DE PAPELES ANTIGUOS, DE TESTIMONIOS DE/PERSONAS DE TODO CRITERIO Y DE LA COMUN TRADI-/CION DE LA CIUADAD”
El “librito” o “memorial” se agotó pronto, como no era de esperar. Y aún conocería la obra otras impresiones en los siglos venideros, pues es de ley en Jaén, que generación tras generación, siempre que se estima oportuno, los jaeneros compren este tratado sobre la “Milagrosísima Virgen de la Capilla”, con la intención de tenerla siempre en el recuerdo y trasmitir así a los hijos los milagros y portentos de tan poderosa Abogada Nuestra, que defendió a los habitantes de Jaén de los fanáticos musulmanes y sus sanguinarias razzias.
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