viernes, 13 de noviembre de 2009

EL SANTO REINO Y EL SANTO ROSTRO

Imagen del Santo Rostro que se conserva en la Catedral de Jaén

EL SANTO REINO Y EL SANTO ROSTRO

Se conserva en la Catedral de Jaén el Santo Rostro, o “Santa Faz”, que según la tradición es el rostro de nuestro Señor Jesucristo, impresionado en un lienzo o pañuelo de lino, que una piadosa mujer, llamada Verónica, dio a nuestro Redentor para que ejugase el sudor y Divina Sangre de su rostro que tenía durante los padecimientos que hubo de sufrir durante el Vía Crucis.


José Chamorro Lozano describió así a esta mujer en su Guía Artística y Monumental de Jaén: “Sabemos por una robusta tradición que había en Jerusalén una piadosa mujer, discípula de Jesús, que experimentó la virtud milagrosa del Divino Maestro, siendo curada de un flujo sanguíneo que padecía. Era un viernes de la luna de marzo cuando en una encrucijada de aquella penosa vía que Él ascendía agobiado por el peso de la Cruz, cansado en sus fuerzas físicas, coronado de punzantes espinas, desfigurado el rostro pro el sudor, la sangre y la asquerosa saliva de las turbas, al caer en tierra cerca de la puerta juidiciaria, aparece una piadosa mujer, que sin temor a nada ni a nadie, se acerca al Maestro y con su blanco velo le limpia amorosa el divino rostro, retirándose luego, desolada y triste a su casa, donde con estupefacción vio que en el blanco cendal había quedado impresa la imagen del Salvador”.


Existen no obstante muchas versiones de cómo llegó esta reliquia a la ciudad de Jaén. Unos aseguran que fue San Eufrasio, uno de los varones apostólicos, quien trajo la reliquia a estas tierras. Otra versión asegura que fue una donación del obispo don Nicolás de Biedma 1368-1378. Otra versión, más conciliadora, hace que fuese San Eufrasio el que trajese dicha reliquia, que esta fuese escondida por los cristianos ante la devastación árabe e invasión de nuestra Patria durante el 711, y que ésta fuese encontrada en tiempos de Fernando III “el Santo” y que éste la llevase en sus campañas hacia Sevilla. Una vez allí, fue el obispo Nicolás de Biedma, el que la retornaría a la ciudad de Jaén. Sea como fuese, en Jaén y en toda la provincia existe una gran devoción por esta representación del rostro de Nuestro Señor.


El Santo Rostro mueve a la piedad a todo aquello que lo contempla, sea católico o no.
En 1810 visitó nuestra ciudad un prisionero inglés de las tropas francesas. Andrew-Thomas, undécimo lord Blayney, hombre curioso, que durante su trayecto desde Málaga, donde fue cautivo, hasta Irún, aprovechó los descansos de su viaje para observar las cosas españolas. Y en Jaén vio el Santo Rostro. Conviene advertir que Thomas era protestante y ello contribuirá aún más a la fuerza de este relato. Su impresión de la venerada reliquia consta en un libro editado por Savine y traducido al español por Antonio Muñoz y dice así:


En varias casas en donde había entrado durante el camino, me habían llamado la atención las cabezas de Cristos grabadas de una manera singular, y supe que se trataba de las copias de un cuadro que se encuentra en esta capital. Pregunté si podía verlo y el deán quiso satisfacer mi curiosidad. Me dejó un momento solo y volvió muy pronto revestido de su ropa sacerdotal, seguido por doce sacerdotes que llevaban cirios encendidos en grandes candelabros de oro. Después de haber dicho la misa, abrió con gran devoción el tabernáculo, dejando ver a la luz de algunos cirios, una representación borrosa de la cabeza y cuello de Nuestro Señor, pero hecha con tal perfección, que me produjo una sensación de terror, imposible de describir. Los ojos parecían querer penetrar hasta los más profundos repliegues del corazón y, en general, el rostro tenía tal apariencia de vida, que parecía estarse viendo una imagen material de la divinidad.”

En 1810, un protestante inglés, en pleno conflicto bélico, es tocado en su alma por la visión de una reliquia, de una imagen de Nuestro Señor. En pleno siglo XXI, gente que se dice llamar “española”, intenta promulgar leyes que obliguen a los españoles de verdad a retirar los crucifijos de las aulas –primero- de nuestras vidas –después.- habrá que luchar duro y en todos los campos, para evitar que esta casta de felones al servicio de oscuros intereses anti-españoles, vean llevar a buen puerto sus aviesas intenciones.

2 comentarios:

  1. Hermano, se me olvidaba (pero es una pregunta de base científica, mas que espiritual):

    ¿Se ha hecho algún tipo de estudio para compararlo con el Santo Sudario de Oviedo o la Síndone de Turín?

    Un abrazo

    ResponderEliminar