Los mendigos de la puerta de mi Iglesia
Esta no es una de las entradas habituales que suele tener este blog, pero me ha parecido interesante el insertarla.
Resulta, que después de ver a los inmigrantes y mendigos (nacionales y extranjeros) pedir limosnas en los sitios públicos, como puertas de Ayuntamientos, puertas de Delegaciones Oficiales de Hacienda (por paradójico que parezca), y lugares similares, vemos con demasiada frecuencia que las autoridades competentes que allí trabajan y tienen "mando en plaza" instan a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a retirar de esas jambas y soportales a estos individuos, pues afean el edificio y dan una mala imagen. Suelen ser conducidos a Caritas, o a la Cruz Roja, para que, en el mejor de los casos se les de alimento y colocarlos así fuera de la circulación durante un rato.
Lo que no es infrecuente es el verlos en las puertas de las Iglesias pidiendo limosna. El otro día, al salir de Misa, dos de estos individuos se encontraban situados a ambos lados de la puerta (ya estaban ahí a la hora de entrar) y durante la Misa, tocaba la lectura del óbolo de la viuda. Al salir, muchos, movidos por el sermón dominical, realizaron su donativo a estos menesterosos, yo no quise hacerlo (El Señor me castigará por ello, pero quiero exponer mis motivos)
Un paisano me interpeló y me dijo que porqué no colaboraba con un pequeño aporte a estos mendigos y yo les dije:
-Si hubiesen estado dentro de la Iglesia, se hubiesen edificado con la Palabra y con el Sermón, yo les hubiera dado limosna, o incluso los hubiera llevado a comer a algún sitio. Pero he visto que se quedan en la puerta, piden dinero a los que entran, y piden a los que salen, pero no les interesa ni lo más mínimo la Misa ni los que aquí estamos.
Pedir por necesidad es una desgracia. Abusar de la buena fe de los creyentes, alimentando así una conducta holgazana y pedigüeña, apelando al sentimiento de falsa Caridad de todo buen cristiano, me parece un abuso. Y por cierto, en las Iglesias, no hay policías que los lleven a otros lugares, como ocurre cuando estos mismos se dedican a pedir en las puertas de los Ayuntamientos o Diputaciones Provinciales. Seamos menos hipócritas con nosotros mismo, por favor.
Pues entonces el Señor nos castigará a los dos, porque yo habría hecho lo mismo y de hecho es lo que he pensago muchas veces cuando me encuentro ante esa misma situación.
ResponderEliminarUn abrazo.
DPFR