sábado, 12 de diciembre de 2009

ROMANCERO

"Vista del torreón circular del castillo de la Guardia, Reino de Jaén"


ROMANCES DE FRONTERA


La toma de Granada al final del siglo XV, no es sino la culminación de una serie de batallas, lances, razzias y correrías, que los habitantes de ambos reinos fronterizos llevaban de continuo en uno y otro sentido. Incursiones granadinas en tierras de Jaén. Incursiones de los de Jaén en tierras de Granada; daba lo mismo, pues el objetivo era el robo de ganado, la tala de campos, el apresamiento de cautivos que sirviese para la devolución de otros en intercambio, etc. Al final de siglo, esa dinámica se truncará a favor de los castellanos. Los Reyes Católicos deciden dar el golpe definitivo que termine de expulsar a los sarracenos de la Península y eliminar así el terrible problema que suponía el tener en propia tierra un asentamiento donde los piratas, turcos, sarracenos argelinos y bereberes, aprovechasen para asestar un golpe a los intereses castellano-aragoneses. Reproducimos aquí uno de tantos romances de frontera, en el que los caballeros de Jaén salen camino de Granada a “correr sus tierras”.

Ya salen de Jaén – los trescientos hijosdalgo,
mozos codiciosos de honra, - pero más enamorados.
Por amor de sus amigas – todos van juramentados
De llegar hasta Granada – y correrles todo el campo
Y no dar vuelta sin traer – algún moro en aguinaldo.
Un lunes por la mañana – parten todos muy lozanos,
Con lanzas y con adargas – muy ricamente aderezados.
Todos visten oro y seda, - todos puñales dorados;
¡muy bravos caballos llevan – a la jineta ensillados!
Los jaeces son azules – de plata y oro bordados;
Las reatas son listones – que sus damas les han dado.
Los mozos más orgullosos – son don Juan Ponce y su hermano,
Y también diego de Torres, - Diego Gil y su cuñado.
En medio de todos iban – cuatro viejos muy ancianos;
Éstos van diciendo a todos: – “Perdémonos de livianos
En querer ir a probar – donde hay moriscos doblados”.
Cuando esto oyó D. Juan – con gran enojo ha hablado:
“No debían ir en guerra – los hombres viejos y cansados,
porque estorban los ardides – y pónenlos embarazados”.
Allí respondieron todos – de valientes esforzados:
“No lo mande dios del cielo – que de miedo nos volvamos,
que no queremos perder – la honra que hemos ganado”.
Llegados son a Granada – dado han vuelta a todo el campo
Ya llevan la presa – de moros hueste ha asombrado;
Más de seis mil son de guerra – que los estaban mirando.
Ven tocar los atambores, - ven pendones campeando:
Ven poner los escuadrones, - los de a pie y los de a caballo:
Vieron mil moros mancebos, - tanto albornoz colorado;
Vieron tanta yegua overa, - tanto caballo alazano,
Tantos pendones azules – y de lunas plateados,
Con tanta adarga entre pechos – cada cual muy bien armado.
Los de Jaén esto viendo, - como mozos hijosdalgo,
Comenzaron a llamar – a voz alta ¡Santiago!
Y entráronse por los moros – con ánimo peleando.
Más han muerto dos mil – como leones, rabiando;
Mas cargaron tantos moros – que pocos ha escapado:
Doscientos y treinta y seis – han muerto y aprisionado,

Por no seguir ni creer – los mozos a los ancianos.

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