martes, 27 de octubre de 2009

BASES PSEUDOINTELECTUALES DEL MITO DE LAS TRES CULTURAS (IV)


Henri Pirenne

"El historiador belga Henri Pirenne decía que el hecho capital de la Edad Media es el conflicto cristiano-árabe. La relación entre ambos, árabes y cristianos, no era de convivencia, sino de conflicto"

EL PAPEL DE LOS MUSULMANES

La invasión musulmana del año 711 es una invasión extranjera. Tenía el precedente de la ayuda bizantina a Atanagildo para recuperar su trono; pero al igual que los ocho reyes godos posteriores trataron de expulsar de España a los extranjeros bizantinos, los españoles que pudieron liberarse de los moros trataron de expulsar de España a los nuevos invasores. Esta vez la guerra no duró ocho reinados, sino ocho siglos: mucho tiempo, el suficiente para fragmentar España. Pero durante todo aquel tiempo, nadie aceptó como definitiva la presencia de los invasores musulmanes en España, ni siquiera los que les tenían por vasallos y recibían sus tributos. Es más: como la invasión musulmana fue una conquista de España por extranjeros, los españoles de todos los tiempos han llamado siempre Reconquista a todo el período que duró la guerra con los invasores que la habían conquistado y sometido. Desde el principio, los mozárabes, cristianos que mantenían su cultura y su religión en Al-Andalus, y los que se liberaban del dominio islámico, suspiraban por "la pérdida de España" a manos de los invasores extranjeros, producida por la traición de quienes les invitaron a invadirla y les apoyaron en la batalla de Guadalete pasándose a su bando.

En ese dilatado espacio de tiempo hubo momentos en que la lucha decayó por diversas causas; pero eso no implica ni aceptación del hecho ni "convivencia". Para los musulmanes o andalusíes, España era no sólo una conquista más del Islam en la que éste no se detenía: pretendían conquistar el resto de Europa, pero fueron frenados por los francos de Carlos Martel en Poitiers (año 732) y más adelante por normandos, franceses y otros italianos en Sicilia y Cerdeña. Simultáneamente, en el este de Europa los bizantinos contuvieron durante siglos la invasión islámica de los turcos otomanos, hasta la caída de Constantinopla en 1453. Para los españoles de cualquiera de los núcleos cristianos de resistencia al Islam que aquí aparecieron, y que a lo largo del tiempo se convertirían en los reinos cristianos, la presencia islámica nunca fue aceptada y siempre rechazada. Éste era el sentido del título que usaba algunas veces Alfonso VI (1072-1109): Imperator totius Hispaniae; y cuando a partir del siglo XII se sustituya la idea imperial o gótica por la fórmula "los cinco reinos de España", se referirá a los reinos cristianos de León, Castilla, Aragón-Cataluña, Navarra y Portugal, nunca a un musulmán.

Definir aquella situación con el término "convivencia" es una estupidez o una falsedad. Sobre esa cuestión no hay duda posible; ya el historiador belga Henri Pirenne decía que el hecho capital de la Edad Media es el conflicto cristiano-árabe. La relación entre ambos, árabes y cristianos, no era de convivencia, sino de conflicto. Es más: la intolerancia musulmana para con los cristianos les produjo auténtica discriminación e incluso martirio en Al-Andalus, a pesar de pagar su impuesto para conservar su religión; finalmente, en 1126 los almorávides deportaron a Marruecos a todos los mozárabes (los cristianos que aún quedaban en Al-Andalus). Y lo mismo ocurrió con los judíos, que al principio disfrutaron de un trato tan excepcionalmente favorable que parecían un Estado mosaico dentro de Al-Andalus, pero que terminaron siendo perseguidos por almorávides (que también les deportaron a Marruecos; así fue desterrado Maimónides) y almohades, fanáticos islamistas que recordaban el furor de Mahoma contra los judíos o israelitas de Nadhir, Koraida y Khaibar recogido en su Corán: "Seguro que hallarás en los judíos y en los idólatras los hombres más violentos contra los verdaderos creyentes".

La guerra de los españoles cristianos contra los andalusíes islámicos era tan fuerte que éstos tuvieron que pedir ayuda a sus hermanos musulmanes de África para evitar ser absorbidos por los cristianos. Tras la toma de Toledo por el castellano-leonés Alfonso VI (1085), los andalusíes llamaron a los almorávides (1090-1144) y a los almohades (1150-1223): éstos, en su eficaz lucha contra nuestros antepasados "infieles", dejaron los campos de batalla cubiertos de muertos... entre los que se encontraban algunos de sus hermanos musulmanes andalusíes que no habían sido suficientemente fieles al Corán. El lema almohade era "Islam o muerte": no hay, pues, que extrañarse ni escandalizarse de que, por aquellas mismas fechas, los cruzados hicieran exactamente igual en Tierra Santa.

José L. Martínez Sanz: "El Mito de la 'España de las Tres Culturas'".

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