RECOGIENDO EL GUANTE DE MAESTRO GELIMER: EL ORIGEN DEL NOMBRE DE “LAS NAVAS DE TOLOSA”
Si es que no puede ser. Me hacen palmas..., y me conozco, bailo como un loco. Y este tema, que empezó hace poco en este blog con una entrada, va ahora por tres, -y las que te rondaré morena-. No sé que guardaré para el día que se conmemore la efemérides del evento bélico jaenero por excelencia (con la venia de Bailén y su no menos famosa batalla), cuando dentro de unos añitos llegue la hora de hablar de él y ya esté todo dicho, pero por ahora, solo sé que no puedo reprimirme y me he de lanzar al reto que me propone mi amigo y correligionario.
Preguntaba el venerable maestro Gélimer, el máxime rector del fabuloso Blog LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS, en un comentario a la anterior entrada de este blog, el porqué del nombre de LAS NAVAS DE TOLOSA, pues la localidad de Tolosa se halla en el norte, más no en el sur de nuestra Piel de Toro, (Existen varias localidades en la Península que llevan el nombre de Tolosa, pero ese es otro tema).
Esto es lo que yo, humildemente puedo aportar una vez consultadas las fuentes de que dispongo:
El nombre de la actual localidad de las Navas de Tolosa ha estado en entredicho desde hace siglos. En el siglo XIX algunos cronistas si localizan este “castillo” y la localidad posterior, pero lo cierto es que no tiene visos de ser cierto sus suposiciones. Anteriormente ya habían hablado de este encalve otros autores como Rus Puerta, Ximena Jurado, o P. Bilches, entre otros.
Pero la máxima aportación a la difusión de ese nombre se lo debemos los españoles a un arzobispo galo de la francesa localidad de Narbona, Aranldo Amalarico, cuando el 11 de agosto, desde Toledo, escribe una carta al capítulo del Cister relatando los sucesos de la batalla.
En dicha carta, Arnaldo dice:
“Fue esta batalla el año del Señor de 1212, a 16 de julio, lunes [...] en el sitio llamado navas de Tolosa, porque allí cerca había un castillo de moros que se llama Tolosa y que ahora está en poder de los cristianos...”. (M ª Dolores Rosado y Manuel Gabriel López “La Batalla de las Navas de Tolosa. Historia y Mito” Jaén, 2001).
Lo cierto es que por aquellos parajes no había ningún castillo así denominado, aunque si abundaban los parajes que se nombraban con el término Navas. Si que estaba localizado en cambio el “paso estrecho” por el que podían pasar las tropas denominado “Paso de la Losa”.
El caso es que el Arzobispo de Narbona, Arnaldo Amalarico, contribuyó de forma sin igual a la propalación de este topónimo. Así lo reflejan los autores antes citados en su obra al decirnos:
”La actual Toulouse (francesa) ya había sufrido un asedio entre mayo y junio de 1211. Cuando Aranldo regrese, la situación será tan tensa que la corona de Aragón tendrá que enfrentarse al ejército cruzado de Simón de Monfort en septiembre de 1213, en la batalla de Muret. [...] El odio que siente (Arnaldo Amalarico) contra el conde de ‘Tolosa’ le empujó a proferir esta amenaza, pero la forma en que la hizo denota toda la astucia del arzobispo. El éxito contra los herejes de la Tolosa francesa está garantizado ya que, premonitoriamente, los cruzados han vencido a otros herejes, también tolosanos, porque en la inmediación del campo de Batalla había un castillo llamado Tolosa habitado por musulmanes” (op. Cit. p. 169)
El cercano Paso de la Losa, es como apuntan los autores, el que dará nombre tanto al castillo, como posteriormente a la batalla, y el éxito de este nombre, (de entre todos por los que se conoció el conflicto armado de ese glorioso lunes tanto de parte cristiana, como musulmana), se debe en gran medida al arzobispo narbonense. Su misiva a la Orden del Cister, fue leída el 13 de septiembre, y se ha calificado como auténtico “parte de guerra". El nombre con el que intitula la batalla en la que participó, Tolosa, es un claro guiño a sus correligionarios franceses, en alusión directa a la “pronta caída” de la otra Tolosa, también ocupada por herejes (pero estos albigenses, claro)
En fin, espero que algunos lectores aprovechen para acceder a la obra de estos autores, pues de sus páginas, podrán entresacar los conocimientos precisos sobre tan importante Batalla, llamada por los árabes en sus crónicas “la derrota”, pues es claro que a partir de ella, y la posterior ocupación de Úbeda y Baeza, el declive de los árabes en la ocupada España, comenzó ese día su de forma irremisible.
Si es que no puede ser. Me hacen palmas..., y me conozco, bailo como un loco. Y este tema, que empezó hace poco en este blog con una entrada, va ahora por tres, -y las que te rondaré morena-. No sé que guardaré para el día que se conmemore la efemérides del evento bélico jaenero por excelencia (con la venia de Bailén y su no menos famosa batalla), cuando dentro de unos añitos llegue la hora de hablar de él y ya esté todo dicho, pero por ahora, solo sé que no puedo reprimirme y me he de lanzar al reto que me propone mi amigo y correligionario.
Preguntaba el venerable maestro Gélimer, el máxime rector del fabuloso Blog LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS, en un comentario a la anterior entrada de este blog, el porqué del nombre de LAS NAVAS DE TOLOSA, pues la localidad de Tolosa se halla en el norte, más no en el sur de nuestra Piel de Toro, (Existen varias localidades en la Península que llevan el nombre de Tolosa, pero ese es otro tema).
Esto es lo que yo, humildemente puedo aportar una vez consultadas las fuentes de que dispongo:
El nombre de la actual localidad de las Navas de Tolosa ha estado en entredicho desde hace siglos. En el siglo XIX algunos cronistas si localizan este “castillo” y la localidad posterior, pero lo cierto es que no tiene visos de ser cierto sus suposiciones. Anteriormente ya habían hablado de este encalve otros autores como Rus Puerta, Ximena Jurado, o P. Bilches, entre otros.
Pero la máxima aportación a la difusión de ese nombre se lo debemos los españoles a un arzobispo galo de la francesa localidad de Narbona, Aranldo Amalarico, cuando el 11 de agosto, desde Toledo, escribe una carta al capítulo del Cister relatando los sucesos de la batalla.
En dicha carta, Arnaldo dice:
“Fue esta batalla el año del Señor de 1212, a 16 de julio, lunes [...] en el sitio llamado navas de Tolosa, porque allí cerca había un castillo de moros que se llama Tolosa y que ahora está en poder de los cristianos...”. (M ª Dolores Rosado y Manuel Gabriel López “La Batalla de las Navas de Tolosa. Historia y Mito” Jaén, 2001).
Lo cierto es que por aquellos parajes no había ningún castillo así denominado, aunque si abundaban los parajes que se nombraban con el término Navas. Si que estaba localizado en cambio el “paso estrecho” por el que podían pasar las tropas denominado “Paso de la Losa”.
El caso es que el Arzobispo de Narbona, Arnaldo Amalarico, contribuyó de forma sin igual a la propalación de este topónimo. Así lo reflejan los autores antes citados en su obra al decirnos:
”La actual Toulouse (francesa) ya había sufrido un asedio entre mayo y junio de 1211. Cuando Aranldo regrese, la situación será tan tensa que la corona de Aragón tendrá que enfrentarse al ejército cruzado de Simón de Monfort en septiembre de 1213, en la batalla de Muret. [...] El odio que siente (Arnaldo Amalarico) contra el conde de ‘Tolosa’ le empujó a proferir esta amenaza, pero la forma en que la hizo denota toda la astucia del arzobispo. El éxito contra los herejes de la Tolosa francesa está garantizado ya que, premonitoriamente, los cruzados han vencido a otros herejes, también tolosanos, porque en la inmediación del campo de Batalla había un castillo llamado Tolosa habitado por musulmanes” (op. Cit. p. 169)
El cercano Paso de la Losa, es como apuntan los autores, el que dará nombre tanto al castillo, como posteriormente a la batalla, y el éxito de este nombre, (de entre todos por los que se conoció el conflicto armado de ese glorioso lunes tanto de parte cristiana, como musulmana), se debe en gran medida al arzobispo narbonense. Su misiva a la Orden del Cister, fue leída el 13 de septiembre, y se ha calificado como auténtico “parte de guerra". El nombre con el que intitula la batalla en la que participó, Tolosa, es un claro guiño a sus correligionarios franceses, en alusión directa a la “pronta caída” de la otra Tolosa, también ocupada por herejes (pero estos albigenses, claro)
En fin, espero que algunos lectores aprovechen para acceder a la obra de estos autores, pues de sus páginas, podrán entresacar los conocimientos precisos sobre tan importante Batalla, llamada por los árabes en sus crónicas “la derrota”, pues es claro que a partir de ella, y la posterior ocupación de Úbeda y Baeza, el declive de los árabes en la ocupada España, comenzó ese día su de forma irremisible.
Desde el Reino de Granada, mando un saludo a mi buen amigo que me estarán echando de menos. Me hago granaíno, jajaja.
ResponderEliminarAbrazos a todos.