sábado, 31 de octubre de 2009

BASES PSEUDOINTELECTUALES DEL MITO DE LAS TRES CULTURAS (V)


La Escuela de Traductores de Toledo como paradigma de tolerancia y encuentro tricultural es un invento. Existió un centro de traductores dirigido por españoles que supervisaban el trabajo de mozárabes y judíos que traducían los textos orientales.



LA ESCUELA DE TRADUCTORES NUNCA EXISTIÓ


Algunos partidarios del triculturalismo objetan que eso era así en tiempo de guerra, pero que en tiempo de paz se daba una verdadera convivencia, y ponen como mejor expresión de ella la Escuela de Traductores de Toledo. Pero tal cosa no es admisible: primero, porque lo habitual era la guerra, y la paz era una excepción; en segundo lugar, porque nunca existió la Escuela de Traductores de Toledo.

Lo que sí existió fue una iniciativa cultural y científica de los reyes y arzobispos castellanos, que deseaban para su reino unos conocimientos y saberes de la misma categoría que los que poseían los árabes andalusíes a través de la academia o universidad de la Córdoba califal. Por eso, en el s. XII y durante el reinado de Alfonso VII (1126-1157), coronado en León como Emperador de España en 1135, fue Raimundo de Sauvetat, arzobispo de Toledo y Canciller de Castilla, quien organizó y patrocinó una serie de ediciones (los libros se copiaban a mano) y de traducciones de obras clásicas antiguas grecolatinas y otras modernas de los árabes.

El arzobispo confió las primeras traducciones del árabe a los mozárabes de Toledo, que entendían los libros en árabe, y a los clérigos de su catedral, que conocían el latín: así se traducía del árabe al romance, y del romance al latín; los judíos traducían del hebreo al latín, y del árabe al hebreo. Ni hubo una Escuela de Traductores propiamente dicha, ni se trabajaba en un solo sitio, ni se debatían los temas y obras traducidos. Pero, aunque no existió una Escuela de Traductores, lo cierto es que fueron tantas las obras traducidas en Toledo, y fueron tantas las personas que se ocuparon de este trabajo, que debieron contar con una eficaz dirección racionalizada u organizadora del trabajo y una importante ayuda económica que lo hiciera posible. Como ha señalado González Palencia, "en Toledo, durante el siglo XII, se hizo la tranfusión de la ciencia recibida en lengua árabe por los españoles al resto de Europa, por medio de traducciones en las que siempre figuraba un español".

Esas versiones al latín difundieron por toda España y por toda la Cristiandad europea la ciencia oriental y la clásica. Un siglo después, en el reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284), las obras se traducían ya a la lengua romance castellana.

Conocemos las materias que allí se tradujeron, y sabemos cuáles eran las que suscitaban el interés de los españoles y europeos de aquella época. Vernet ha confeccionado una escala de materias con arreglo a las traducciones realizadas sobre cada una: 47% de cálculo y cosmología (matemáticas, astronomía y astrología), 21% de filosofía, 20% de medicina, 8% de religión, física, ciencias naturales, etc., y 4% de ciencias ocultas y alquimia.

José L. Martínez Sanz

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